Tiene la voz entrecortada. Casi no puede respirar. Le cuesta llorar. Siente que su vida no tiene sentido, que ya no puede soportar tanta tristeza. Decide hacer una última llamada. Necesita desahogarse, que alguien la escuche, y así poder despedirse de este mundo. Una psicóloga, del otro lado del teléfono, la contiene, la escucha y le pide que se deje ayudar. Después de un rato, la mujer accede. Reconoce que no sabe bien qué es lo que la empuja a querer morirse.
El trabajo en la línea 135, el dispositivo que abrió el Ministerio de Salud de Tucumán para asistencia y prevención del riesgo suicida, no tiene descanso. Desde que comenzó a funcionar, en diciembre de 2021, se fueron incrementando cada vez más las llamadas, según cuenta Lucila Ale, coordinadora del servicio.
En 2022 tenían un promedio de 100 a 160 llamadas mensuales. El año pasado, recibieron entre 300 y 400. La situación obligó a poner un psicólogo más por guardia (ahora son dos), porque algunas llamadas se terminaban perdiendo. Este año, se incrementaron al doble las asistencias. Están atendiendo de 600 a 700 llamadas por mes, lo que da un promedio de más de 20 por día.
La mayoría de los que se comunican es porque han intentado acabar con su vida o porque están pensando hacerlo (ideación suicida). También llaman familiares que piden ayuda porque no pueden contener a alguien que intenta suicidarse.
En el marco del mes de la prevención del suicidio, Ale contó como trabajan en la línea 135, que funciona en el espacio del 107 de emergencias de la provincia (esto porque que ante cualquier urgencia por salud mental se pide la intervención de las ambulancias). Los psicólogos del servicio no hacen terapia en línea. Ofrecen una escucha atenta y contención, lo que resulta fundamental en una crisis del suicidio.
“Nuestra herramienta es una escucha activa, empática y asertiva. Así baja el nivel de angustia. Evaluamos el riesgo; si es leve o moderado o alto. En este último caso, si hay riesgo, vamos con una ambulancia y trasladamos a la persona a una guardia de salud mental”, describió.
¿Me podés escuchar?
Muchas de las llamadas al 135 comienzan con la frase: “¿Me podés escuchar? Necesito que alguien me escuche”. Algunas personas reconocen que, en realidad, no quieren morirse. Lo que buscan es acallar un dolor muy grande que tienen y no lo pueden hablar con nadie. Entonces, basta con que alguien les preste el oído para que desistan de su ideación de suicidio.
Luego de ese episodio, se abren puertas de derivación a un tratamiento psicológico. “En general es una persona muy afligida. La característica más común es la desesperanza; siente que nada le sale bien, que no puede solucionar sus problemas”, describe la directora del servicio.
Los motivos
Los motivos por los que aumentan los pedidos de ayuda por riesgo suicida son multicausales, aclara Ale. Y da algunas pistas que aparecen en las llamadas como factores desencadenantes de los intentos de suicidios: en primer lugar, aparecen los problemas familiares como separaciones, divorcios, peleas, abandono o ausencia de padres. Son personas que se sienten muy solas.
En segundo lugar, aparecen trastornos de salud mental asociados, como por ejemplo la depresión. En tercer lugar, el consumo problemático de sustancias y otras adicciones como al juego. “También lo que estamos viendo mucho ahora, a raíz de la crisis, son problemas laborales o económicos”, describe.
La pandemia
A raíz de la pandemia y los confinamientos hubo un impacto importante en la salud mental de las personas. Eso obligó a las autoridades sanitarias a redoblar la atención y a disponer de servicios como la línea 135, según explicó Irma Thomas, la referente provincial del Programa de Prevención y Abordaje de Conductas de Riesgo de la Dirección de Salud Mental y Adicciones. Lo próximo que les gustaría incorporar es una ambulancia específica para la atenciones de urgencias relacionadas a la problemática específica de la salud mental.
Thomas aprovechó el mes de prevención del suicidio para comentar que bajo el lema “Cambiar la narrativa” se busca inspirar a todos a hablar de manera abierta y sincera sobre el suicidio, derribar el estigma y crear una cultura de apoyo. “Juntos podemos ayudar a prevenir el suicidio, ofreciendo espacios de escucha y empatía. Es necesario ayudar a las personas que están atravesando alguna crisis. Hoy muchas personas la están pasando mal”, señala. Y precisa que están realizando en distintas partes de la provincia curso para capacitar a preventores, que estén atentos para detectar cuando hay un riesgo de suicidio.
La mayoría de los que hoy se quitan la vida son jóvenes de entre 20 y 29 años. Los varones son más impulsivos; las mujeres tienen más pensamientos e intentos de suicidios. “Los problemas laborales, la falta de oportunidades, la autoexigencia, los problemas para encontrar un proyecto de vida, todo esto está afectando mucho a los jóvenes de esa edad”, recalca Thomas.
Asimismo, habló de la influencia de las redes sociales y del acoso que sufren algunos adolescentes en estas plataforma como factores de riesgo de la conducta suicida. También la profesional alertó sobre un incremento de casos de suicidios e intentos entre jóvenes con problemas de adicción al juego, en el marco de problemas crecientes en torno a este tema por la proliferación de apuestas on line.
No al silencio
La mejor prevención del suicidio es hablar, consideran las especialistas. Esta es una visión muy contraria a lo que durante años se creyó: que si hablamos lo estamos fomentando.
“No hay que tener miedo. El suicidio tiene que dejar de ser un tema tabú”, remarca Thomas. Hay que empezar a hablar desde los seis o siete años. “Tenemos casos de niños con tentativas de suicidios. Hay que vencer muchos mitos, como por ejemplo la creencia de que los niños no se quitan la vida”, explica, antes de empezar a enumerar algunos de los otros mitos que hay entorno a la problemática:
• Pensar que lo hacen para llamar la atención. “Si una persona está desbordada, tiene crisis de llanto y asegura que no quiere vivir, hay que escucharlos, acompañarlos, buscar ayuda”, explica.
• El que se quiere matar no lo dice, no emite señales. “Esto no es real; generalmente dan varios indicios de que va a tomar esa drástica decisión, ya sea con comportamientos o palabras. Hay quienes incluso se despiden o empiezan a regalar sus cosas”, apunta.
• Preguntar a una persona sobre sus intenciones de matarse incrementa el peligro de que lo realice. “Habilitar el diálogo y la escucha atenta y empática es una herramienta muy importante de prevención”, sostiene.
• Quienes hablan de suicidio no tienen la intención de cometerlo. “Quienes hablan de suicidio lo que están haciendo es pedir ayuda o apoyo”, puntualiza.
Dónde pedir ayuda
Podés llamar a la línea gratuita 135 o ir a los hospitales
Tucumán dispone de una línea de atención para la conducta de riesgo: la línea 135, que funciona de lunes a lunes, los 365 días del año. Del otro lado, atienden psicólogos especialmente capacitados para contener este tipo de situaciones.
Hay dos psicólogos por turno disponibles las 24 horas. Estos profesionales también devuelven llamadas; generalmente son de seguimiento de casos. También contienen otras consultas en salud mental, como descompensaciones psicóticas y pacientes con consumo problemático.
Por otro lado, la provincia cuenta con una importante red de atención de salud mental, presente en todos los CAPS. Los hospitales que tienen servicios de salud mental son: Eva Perón, de Niños, Maternidad, de Concepción, Centro de Salud, Avellaneda, Padilla, Del Carmen, Obarrio y Monteros.
Hay algunas señales a las que debemos estar atentos; por ejemplo: cuando una persona habla acerca del suicidio o expresa que quisiera estar muerta, si está retraída, muestra cambios de humor, si tiene preocupaciones por la muerte, si siente una gran desesperanza, si muestra abuso de alcohol y de drogas, si hay cambios en la rutina, o si hace cosas autodestructivas e imprudentes.
Cifras alarmantes
Ya hay más muertes por suicidio que por accidentes de tránsito en la Argentina
El año pasado, según el informe del Sistema Nacional de Información Criminal, en Argentina hubo 2.046 homicidios dolosos y 3.955 decesos en accidentes de tránsito. Dentro de lo que se denomina “muertes violentas” hubo un dato que superó esas dos cifras. Se registraron 4.195 suicidios, el 6% más que en el 2022, año en que ya había subido el 7,4% respecto del anterior registro, de acuerdo a las estadísticas del Ministerio de Seguridad.
A nivel nacional, la tasa de suicidios (se mide por casos cada 100.000 habitantes) es de 9,8, en base a los hechos registrados por Seguridad. Por encima de la tasa nacional hay 15 jurisdicciones, entre las que se encuentra Tucumán, con una tasa de 12,6.
Irma Thomas, referente del programa de Prevención y Abordaje de Conducta Suicida del Siprosa, dijo que esas no son las mismas cifras que maneja el Ministerio de Salud. Según manifestó, las estadísticas de Salud muestran una caída en los índices de suicidio en la provincia. Y citó la última medición, la cual indica que la tasa de suicidios es de 9.1. En 2018 alcanzó su pico máximo: 11,9 y en 2020 fue de 9,2.
No obstante, Thomas reconoció que viene aumentando significativamente la cantidad de consultas en el área de salud mental, y que sí es preocupante la cantidad de fallecimientos por suicidios. Si miramos dos décadas atrás, estos hechos se multiplicaron. En 2001, por ejemplo, la tasa era de 4,2 suicidios cada 100.000 habitantes.
El suicidio en la Argentina se lleva la vida de 500 adolescentes cada año y es la segunda causa de muerte por causas violentas en chicos de 10 a 19 años.
Durante el período 2010-2019 se produjeron 31.847 muertes por suicidios en el país, según la información de la Dirección de Estadísticas e Información en Salud del Ministerio de Salud de la Nación (DEIS). Esto significa 3.185 suicidios por año y ocho por día, lo que implica uno cada tres horas.
Más del 30% de los casos es de jóvenes de entre 14 y 24 años. Hasta alrededor de 2019, de acuerdo a las estadísticas, las muertes viales superaban a los suicidios entre las muertes violentas. Luego, eso se invirtió.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en el mundo cada año más de 700.000 personas pierden la vida a causa del suicidio, lo que lo convierte en una de las principales causas de muerte a nivel global.
Se trata de un grave problema de salud pública. Gran parte de estas muertes son evitables con una adecuada intervención, si tenemos en cuenta que muchas de las personas que se quitan la vida no buscan tanto la muerte como acabar con un sufrimiento que les resulta insoportable.
Por cada suicidio consumado hay 20 tentativas, y cada muerte afecta directamente a una media de seis personas, detalla la OMS.